Nada, que sigo siendo proexpo. Cierto es que es más una feria que una exposición propiamente dicha, que los kilómetros de cemento se apoderan y más ayer, que dio la casualidad que fue el día más caluroso del año. Un horror de sol, pero bueno, el previsto para estas fechas en Zaragoza. De todo, lo peor, el personal visitante. Hordas de gente dispuesta a dar puñetazos en el estómago por un minuto menos de espera. Y el pabellón del faro, el popular botijo, un auténtico truño. Truños hay muchos, sobre todo los interiores de algunos pabellones. Y el ayuntamiento de la Inmortal, pabellón requetecutre. Jo, hacemos lo que hacemos y no tenemos pabellón bandera, ya nos vale.
Lo más divertido es el agotamiento colectivo y la cara de empanaos de algunos voluntarios. O sea, que expo, sigue siendo que sí.
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