Me produce mucha ternura las chicas del pelo cardado y del ojo pintado con una gran raya negra. Huelen a laca y se les reconoce a metros de distancia. Son enfants terribles de finales de los cincuenta y comienzos de los sesenta. Para las chicas de la laca no ha pasado el tiempo: la laca ha protegido sus cerebros, y aunque se han oxidado, no se han hecho mayores... Las topolinas, las chicas de la laca, aquellas primeras costureras o dependientas que provocaron que el Régimen se echase las manos a la cabeza... Enternecedor en comparación con lo que España vio después. Se vio hippies en los sesenta, pelos cardados, barbas y campanas en los setenta y en los ochenta ya se vio de todo: punkis, heavy -estética muy femenina-, mods, siniestros, rockers, de todo. Nos convertimos en amalgamas pasajeros de estéticas que nunca fueron nuestras, inspirados por la música...
Hoy hiphoperos, tangas y pearsing... nada que ver con las chicas de la laca que siguen soñando con Elvis, con ese vestido del escaparate y con el mecánico del garaje del barrio.
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