domingo, 25 de octubre de 2009

Jasp

Recuerdo hace años un anuncio de Renault CLIO que puso de moda un término “jasp”, el protagonista era un pedante, guapo, además, que brillaba más que el sol: sabía varias lenguas, era músico, contestatario, trabajaba en una gran compañía y además sabía distinguir una cita de Kant de otra de Séneca.
No tardó el anuncio en crear un gran alboroto. Ríos de tinta. Lo que más me llama la atención ahora era la arrogancia del anuncio, que no hizo sino anunciar o subrayar el valor de la juventud sobre cualquier otro. Arremetió contra la idea Pérez Reverte escribiendo un divertido artículo contra los Jasp, que aun recuerdo.
Lo que yo pensé del anuncio era que era una auténtica pavada, hecha para pijos que jamás lograrían distinguir una cita de René Descartes de otra de Heidegger. Eso sí, a lo mejor se creían lo suficientemente chulos como para pavonearse delante del gerente de la compañía, algo completamente imposible, creo yo, ya entonces. Todavía no habían subido al poder la nuevas tecnologías, ni los móviles, ni internet, -que ni estaba ni se le esperaba-, la sociedad andaba en crisis –corría el año 1993-, y ver a inmigrantes por la calle era algo muy extraño.
Y es que lo del Jasp, no estaba mal como idea, pero era una práctica muy mentirosa. No tardaron los aspirantes a Jasp en ver como sus hermanos pequeños se convertían en ingenieros mileuristas, en sufrir como no iban a alcanzar jamás el nivel de vida de sus padres. Y sobre todo, en que ser joven aunque sobradamente preparado era una patraña. El jasp había tirado por tierra el valor de la experiencia, aunque cierto es que los jóvenes tienen el don del envalentonamiento. Seguro que además el chatico del anuncio –mejor el que había creado el publicitario, que era más jasp que ninguno- era un caballero, tenía novia formal bien atendida y otras muchas suspirantes por ese gran futuro que se le suponía al muchacho.
Hoy posiblemente el Jasp siga con su coche clio, de aquella época. En una mesa rodeado de muchos otros jasp. Haya tenido una idea genial que a su vez haya sido su condena. Ya no lee a los epicúreos. Se arruinó en la bolsa. Y ha tonteado con la cocaína. O por el contrario, se compró un huerto lejos de Madrid y vive de la agricultura ecológica, viendo pasar las estaciones y da lecciones de integridad a los pocos vecinos que todavía quieren escucharle, aunque en el fondo, les da lo mismo.

domingo, 4 de octubre de 2009

Hoy toca triste

¿¿¿¿????? Sin motivo aparente. Las hormonas, seguro.