martes, 15 de julio de 2008

Bombardeos

La red exige concentración. Concentración para no saltar de un sitio a otro, para no verse en una página buscando ya noteacuerdasqué. Y, cuando ya te has perdido, vuelves, vuelves al principio. Hemos de servirnos de ella de forma útil y no inútil. Yo soy de las que pienso que las tecnologías tardan un tiempo en hacerse, en concerse. La red de redes ya se ha comido el terreno de la comunición interpersonal, de la información muy determinada, del conocimiento esporádico, de la consulta de bases de datos, perfecto, pero a la hora de conocer ciertos temas más a fondo, sobre todo temas "letrunos", se queda corta sí lo que deseas es más que mera pincelada. Cierto es que los libros tampoco eran ni son dogmas de fe, pero al menos, una persona, el editor, que podía saber algo, los leía y elegía si publicar el texto o no. Es decir, que existía y existe cierto principio de calidad, un cierto sentido de crítica, un cierto sentido de análisis previo...
Y es que claro, la red contiene y lo mismo le da churras que merinas, arroz que ajo o girasoles que nueces, por eso a lo que hay dentro se le llama "contenidos".
Ahora, la red es, al menos para mi, en esos "contenidos", palabra que siempre he odiado por que lo que contiene es un recipiente, -no la cultura cuya función es otra-, la red es como una bolsa, como un saco en el que se vierte todo. Sea bueno o sea malo. Y no es que esté mal, pero es que llega un momento que si de verdad quieres saber algo has de volver a lo de siempre: al librico de toda la vida. Precisamente por que ha sido objeto de depuración. Y bueno, que internet sirve para ver en las páginas amarillas y lo que sea, y para hacer búsquedas de urgencia, pero no creo que pueda proporcionar el verdadero saber... Ese saber que se acumula y que crece poco a poco, que primero sale una moradura, luego un bollo y después un chichón... Y después el chichón se hace verruga y cuesta más en irse, y despues cicatriz, que ya queda para siempre.

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