sábado, 5 de septiembre de 2009

Cariñena

En Cariñena me trataron con Cariño. Estuve buscando un sitio, y un señor mayor ciclista, me guió con su bici hasta donde era ya imposible perderse, aunque lo hice. Si es que mujer al volante, ya se sabe.
En Tarazona, me explicó el proyeccionista de su maravilloso teatro que ponía una perra en la bobina de la película, en sus partes más tórridas, ordenado por el cura. Y que cuando caía la peseta al suelo "cerraba tajadera", para que el público no viese nada. Tajadera era la ventanilla de la cabina de proyección.
Ando pensando en olas...

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