sábado, 18 de octubre de 2008

Mal que nos pese

Leo un libro del año 89, de un sociólogo, Juan José Toharía, cambios recientes en la sociedad española, y no sé, que flipo un poco. Alucino porque el primer capítulo versa sobre la religiosidad en la juventud española. La juventud, para empezar hace veinte años era hasta los 25.
Realmente hemos cambiado, que diría aquel. No sé, no leo libros de sociología habitualmente, pero creo que los publicados en fechas más recientes, casi ni se plantean el tema de la religiosidad en la juventud, ya que, en la vida de muchos -o creo yo-, la religiosidad, aunque puede estar presente de forma incidental, no es algo fundamental, al menos para los jóvenes que como yo, a punto estamos de estar más cerca de los cuarenta que de los treinta.
Y me preguntaba que eso que se llama moral, de dónde viene a día de hoy, de dónde se toma, de dónde se recoje, dónde están las referencias...
Y la verdad es que me entra cierto pánico al pensar en diversas fuentes, que además de la familiar entran en nuestras vidas. Desde el colegio, hasta... ¿Toda la cascada de imágenes y costumbres que vamos adquiriendo?
Pensaba que a lo mejor, en el futuro, cuando se hable de sociología y de valores, a lo mejor se etiqueta a los chavales como espectadores o jugadores de videojuegos o en la franja horaria en que los chavales ven la tele, y se me ponen los pelos de punta.
Aunque no fuera algo increíble, no es comparable Epi y Blas a gran hermano o a la Esteban... Creo que deberíamos pensar en algo, en un pacto ético para que los mocés y las mozas no piensen que el non plus ultra es operarse de los pechos o ir a dar alaridos a la tv. O en ser como Patiño.
Por favor, futuro. Que el carpe diem sea una opción personal, no algo impuesto por las productoras de televisión.

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