jueves, 8 de mayo de 2008

NY 4. ANUNCIOS


La publicidad, junto al cine creo que puede considerarse, en cierto modo la "historia de EEUU". Como no tenían pasado, se sirvieron del cine para crear sus mitologías, sus gestas, mientras nosotros -occidente- contamos con nuestra verdadera historia, nuestro personajes, nuestras leyendas y nuestros más de cinco mil siglos de cultura, aunque también se "aficcionen". Pero en los EEUU ese pasado, ese "vivir" ha sido inventando, creando héroes como los vaqueros. Cuando era niña, no sabía que el vaquero era el que se dedicaba a cuidar vacas, pensaba que era un héroe. El día que a mis ocho años me enteré, pensé -pues vaya-. como se diría ahora aunque odio esta la palabra, que poco glamuroso. Estaba claro que el poder de la palabra, que el poder de los guiones y de los directores valía para algo más que para entretener. Hacer país, hacer patria, tiene mucho de literario, como han apuntado numerosos filólogos, filósofos, antropólogos y eruditos varios.

A lo que voy. Nueva York tiene unos fabulosos inquilinos pseudoperpetuos. En los medianiles de los edificios se pintaban anuncios de productos o tiendas. Convive el luminoso Broadway con anuncios que se ha llevado el tiempo, que un día fueron imagen de algo, pero que hoy, posiblemente ya no estén ni en la memoria de quien los vieron por primera vez. Y no sé, pero también tienen algo de histórico, también poseen algo de sociológico y artístico aunque el tiempo y la lluvia los acabe barriendo. En esencia la esencia misma de la publi: Que es efímera. Lo mismo que el producto que se consume, que al final, habitúa a caducar. En esencia la esencia misma de la vida, que tras años de lluvia o de sol termina y la mayoría de las veces se olvida de no ser que tengas un desendiente friki que le de por hacerse un arbol genealógico, que todo puede ser.

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