domingo, 1 de junio de 2008

El paraíso del embutido


Hoy me he percado de que el paraíso del embutido ha cerrado sus puertas. La Garriga estaba en León XIII nº2. Hoy se alquila el local. Y de su sabor sólo queda el rótulo y el recuerdo. Ni siquiera lípidos, que ya se habrán metabolizado después de tantos años. Cuando era cría, vivíamos cerca y mi madre compraba ahí embutidos y quesos en las fechas señaladas, pues era carísima. Jamón y lomo embuchado, pero del requetebueno. Me acuerdo lo bien que olía. Y aunque era una tienda moderna, tenía el sabor del comercio de antes. Ya ha cerrado sus puertas, ya no olerá más a jamón, ya no sabremos más de las choriceras que cortaban el fiambre con mimo y aplicación.

Cuando tenía seis años, tenía un agujero en la tibia, una oquedadcilla y se me rompió la pierna. Fue, lo supe después, un buen susto para mi familia, ya que el agujerillo podía ser síntoma de algo bastante más grave. Que no fue, afortunamente. Y cuando mis padres se enteraron, me dijeron: ¿Qué quieres que te regalemos? Y yo, que siempre he sido muy original conteste: un lomo embuchado de La Garriga. Y mira, que me recuperé perfectamente gracias al lomo y a los cariños de mi tío Manolo Royo que es el que me reparó mis múltiples fracturas. Y a los mimos familiares, que recuerdo que también me compraron el barco pirata de Playmovil.

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